Nacida en Bogotá, Carolina Ospina Duque cultiva una práctica que entrelaza pintura, ilustración y objeto intervenido, con una profunda atención al gesto manual y a la poética de lo cotidiano. Su obra, que incluye desde piezas pictóricas hasta objetos utilitarios pintados a mano, preserva el vínculo afectivo con la naturaleza, la memoria doméstica y las formas de vida que resisten el olvido.

En sus piezas, el gesto de pintar se aproxima al de coser: una técnica íntima y repetitiva que revela ciclos, escucha silencios y honra la energía femenina como fuerza creadora. Cada trazo es un acto ritual, una conversación entre lo visible y lo invisible, entre lo que se recuerda y lo que aún está por nombrarse. A través de gallinas, flores, ramas y texturas orgánicas, Ospina convierte lo funcional en ritual, y lo decorativo en testimonio.

Entre formas circulares, espirales y líneas suspendidas, su obra dibuja mapas intuitivos de una búsqueda que no pretende llegar, sino permanecer. Son cartografías sensibles que vibran con el pulso de lo esencial, donde el arte se transforma en práctica meditativa: un tránsito hacia el centro propio, hacia la memoria ancestral, hacia lo sagrado.